Cada cuatro años, con motivo de las elecciones presidenciales, se tensiona el alma de Chile y nos vemos enfrentados a campañas electorales que amplifican las diferencias y, en ocasiones, ponemos en riesgo el genuino juego democrático y dañamos la casa común, en la cual estamos todos llamados a convivir y confraternizar como buenos hermanos.

Querer diferenciarse para capturar votos es legítimo, pero el límite ético es no renunciar a la verdad. En efecto, los candidatos y candidatas no deben mentir al electorado, no deben engañarnos con falsas promesas o ocultarnos sus verdaderas intenciones.

La trazabilidad de los candidatos nos permite juzgar su coherencia y podemos apreciar la credibilidad de sus programas y propuestas.

Jeannette Jara viene de la educación publica, se formó como administradora pública en la Universidad de Santiago de Chile, ex Universidad Técnica del Estado (UTE), la Universidad del gran Víctor Jara, posiblemente el más grande compositor nacional y que muriera asesinado en calidad de prisionero político durante la Dictadura de Pinochet. Que ella no militara en un partido de izquierda, como el PC o el PS, sería lo extraño, lo sospechoso. El conocido empresario curicano, Sergio Pérez, también estudió en esa universidad y militó en el partido comunista y hoy aquellos años de militancia en el PC son sólo una anécdota en su vida de importante dirigente ligado al gremio del transporte. Es lógico, es natural y es lo esperado que Jara persiga la justicia social y promueva y defienda los derechos sociales y económicos. No sería creíble si no lo hiciera. Por eso se enfrentó a los empresarios y se la jugó por rebajar la jornada laboral a 40 horas y por eso lideró una reforma previsional que, si bien mantuvo a las AFPs, aumentó el monto de la PGU y creó un nuevo pilar solidario que premia los años de cotizaciones y procura equiparar la cancha en favor de las mujeres.

José Antonio Kast estudió en el Colegio Alemán en Santiago y, posteriormente, estudió derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Que el no militara en la UDI sería lo extraño, lo sospechoso. Pero, seguramente, Jaime Guzmán, fundador del gremialismo e impulsor de la política de los acuerdos,  se revolcaría en su tumba al observar la evolución de uno de sus discípulos hacia el Partido Republicano.

Kast evolucionó hacia la derecha de la UDI, se fue a un extremo que no le hace bien a Chile. Y peor aún, renunció  a la política de los acuerdos. Tanto así que, cuando su partido tuvo mayoría para redactar una nueva constitución, prefirió imponer sus ideas y no supo ejercer un liderazgo integrador y colaborativo. Cuando pudo unir, optó por dividir y polarizar.

El discurso de que Chile se cae a pedazos, además de una mentira, en una nueva muestra de su opción por la polarización, es evidente que Chile está vivito y coleando, y que volveremos a ser fuertes con el sacrificio y colaboración de todos los chilenos.

Para volver a crecer y retomar la senda del desarrollo necesitamos que Kast y otros distinguidos empresarios vuelvan a confiar en Chile e inviertan sus recursos en el país y no se los lleven a paraísos fiscales para eludir el pago de tributos. Curiosamente no he escuchado esta promesa de campaña del candidato Kast. Habla de crecimiento pero no se compromete a invertir su riqueza en Chile y tributar en Chile como lo hace la gran mayoría de los chilenos.

En un país como Chile que precisa de certezas que den confianza a los inversores, en el test de la trazabilidad va ganando JARA, es más coherente y más confiable para quienes buscan invertir bajo reglas claras y estables. En cambio, Kast, a la luz de su historia política, es un salto al vacío y a la polarización. 

Gerardo Muñoz Riquelme

Abogado y Magister en Gerencia Pública

 

 

 
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