Si me tomé la libertad de titular esta columna, con parte la letra de una obra musical conocida y reconocida en el mundo hispano parlante, de la mano -mejor dicho, de la interpretación inigualable- del trovador español Joan Manuel Serrat, es porque honestamente, creo que, para hacer frente a las vicisitudes de todo peregrinaje, independiente del trayecto a recorrer, el poder avanzar, en esencia, requiere ir haciendo caminos.

Sin embargo, quienes algo hemos recorrido en esta vida, sabemos que los caminos, no siempre son fáciles ni expeditos. En honor a la verdad, en más de una ocasión, usted y yo, sin la complicidad de algún puente, difícilmente hubiésemos podido seguir avanzado.

Y en este devenir de ir haciendo caminos, con pasos certeros en ocasiones y errantes en otras, algunos en soledad y otros en compañía, somos millones los que nacidos en esta tierra o cobijados bajo su alero, tendremos que hacer una pequeña pero relevante pausa en el andar, para alzar nuestras voces y aportar lo nuestro en un acto propio de la democracia y sumar colectivamente nuestra opinión, plasmada en una papeleta plebiscitaria, con la finalidad de elegir el rumbo a seguir por nosotros y las generaciones venideras.

En esta incansable e incesante travesía de hacer camino al andar, una vez más, nos encontramos y enfrentamos a una bifurcación en la ruta. Bifurcación que cuenta con dos denominaciones, llamadas APRUEBO y RECHAZO.

En mi humilde entender y mi gran ignorancia en materias constitucionales, pareciera que ambas opciones cuentan con elementos y argumentos plausibles para ser presentadas y es un hecho de la causa, que están presentadas ante los electores. Pero por muy disímiles, distantes, lejanos, contradictorios y provocativos que nos parezcan los términos Apruebo y Rechazo, como mudos testigos, hemos visto que ambos no han flaqueado en tratar de convencer a cada uno de los electores, que su finalidad no es otra que la búsqueda del bien común y sin darnos cuenta quizás, más allá de su significado, términos tan opuestos y antagónicos resulten a la postre, ser profundamente iguales.

Qué duda cabe que no es fácil elegir el camino. Lo importante es que más allá del camino que elijamos 4 de septiembre venidero, ciudadanos comunes como usted y como yo, seguiremos siendo peregrinos, porque como reza la canción, caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Cristian Troncoso P.

 

 

 
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