En la historia reciente de esta larga y angosta faja de tierra, el día 04 de septiembre de 2022, quedará inscrito y será recordado por un hecho histórico, de ello no hay duda alguna. Fue el día que congregó bajo un plebiscito “de salida” a la mayor cantidad de votantes en nuestro país, claro está, que con una fórmula nunca antes vista, inscripción automática y voto obligatorio, por lo tanto, la votación en sí, ya es un hecho histórico. Sin embargo, electores más o electores menos, lo realmente importante estaba escrito en la papeleta y solo dos palabras tenían la responsabilidad de registrar la voluntad de millones de hombres y mujeres de grupos etáreos, étnicos, sociales, económicos, muy distintos y extremos en todo orden.

Así las cosas, antes del mediodía de aquel 04 de septiembre, el ambiente se notaba distinto, curiosamente cercano, amable y a simple vista no se veía a una masa electoral distante y confrontadora, absolutamente antagónica la puesta en escena de aquel domingo, en relación a lo que vimos en las horas previas al plebiscito, que casi sin quererlo dividió -una vez más- a Chile en dos grupos de personas, las del apruebo y las del rechazo.

Finalizado el conteo de votos, millones recibieron, un balde de agua fría. Más bien tibia diría yo, porque todos los antecedentes recogidos por las más experimentadas y también debutantes empresas dedicadas a los estudios de mercado, siempre en sus resultados mostraban al apruebo en el segundo lugar. Podríamos decir entonces sin el ánimo de ofender a nadie, que los que optaron por el apruebo al final del día se transformaron en los vencidos.

Exacerbar el éxito es un error, pero con una votación que casi duplicó a nivel país el resultado de la opción rechazo versus el apruebo, no es faltar a la verdad si me refiero a los que optaron por rechazar la propuesta de nueva constitución, son en este caso, los vencedores. 

Más allá de los resultados en el camino quedaron entonces vencedores y vencidos. Ahora comienza entonces, el tiempo de los vencimientos. Porque como lo define la Real Academia Española de la lengua en su tercera definición, la palabra vencimiento significa cumplimiento del plazo de una deuda, una obligación, etc. Por lo tanto, entre los vencidos y los vencedores, la atención está puesta hoy en los vencimientos. Porque recordemos que políticos pertenecientes a todas las tiendas partidarias presentes en nuestro país, prometieron varios cambios, los más osados, disminuyendo los quorum para avanzar en ciertas reformas que a todas luces son necesarias para poco a poco, ir mejorando el camino hacia un estado más solidario y menos subsidiario. Es de esperar que la chimuchina a la que nos han acostumbrado en el congreso, muchas veces con discusiones sin sentido que lo único que hacen es dilatar en beneficio de pocos y en desmedro de millones, algunas leyes que parecieran estas escritas en piedra y tal como si fueran obras de los más grandes escultores que hemos conocido desde tiempo remotos, no pueden ser modificadas. Confío al igual que muchos compatriotas que la clase política pueda acelerar ciertos procesos y a poco andar veamos cambios sustanciales en algunas materias, ojalá dentro de lo posible respetando las fechas de vencimiento.

Finalmente, ni vencidos, ni vencedores, ni vencimientos. Porque después de lo que hemos logrado reconstruir como país desde el estallido social, que fue el clímax de un descontento comunitario, estoy seguro que repetir acontecimientos tan dolorosos y destructivos como aquellos no son el mejor camino, porque todos confiamos en que los meses venideros serán para ver cimientos. Cimientos que tal como los define la RAE, son el principio y raíz de algo.

Espero ver cimientos en todo orden de cosas, porque sobran las discusiones que hablan de un mejor país, pero nada concreto. Ojalá, entre vencidos, vencedores y vencimientos, pronto llegue el día en que todos digamos juntos que ahora sí se ven cimientos.

Cristian Troncoso P.

 

 

 

 

 

 
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